120 horas trabajando desde casa
Aunque suene extraño, un día despertamos en un mundo completamente diferente. Y sin poder despedirnos, nuestro equipo no regresó más a las oficinas.
La coyuntura forzó, a todos los que podemos, a trabajar desde casa, sumergiéndonos en una acelerada digitalización. No estábamos preparados, pero ¿Quién lo estaba? ¿Qué organización realmente tenía un plan listo para ejecutarse?
Y si bien nuestro esquema de trabajo no está estaba pensado para manejarse remotamente, podemos decir que la dinámica nos sorprendió positivamente.
¿Qué hemos aprendido en estos primeros días de trabajar a la distancia y cómo es que nuestro equipo respondió con el compromiso de siempre?
1) Ya lo hemos mencionado en un artículo anterior. Se trata de la importancia de ser empáticos. Entender que, si bien en la oficina todos trabajamos bajo las mismas condiciones, en casa esto cambia. Cada member al iniciar un video call o llamada abre, de cierta manera, la puerta de su hogar y nos invita a pasar. Cada uno está viviendo diferentes realidades de una misma crisis y es nuestra responsabilidad como equipo saber responder a ellas y adaptar nuestro trabajo y objetivos a nuestras condiciones actuales.
Desde momentos tan graciosos como tener a Tomás, el perro de Gabriela, uniéndose a nuestros status matutinos – sus intervenciones han sido fundamentales para comenzar bien el día y tomar decisiones difíciles con mejores ánimos. O los nuevos clásicos: Siempre hay un member convertido en robot, del que captamos algunas sí-la-bas de toda una explicación y cuántas veces tenemos que decir “¿puedes repetirlo de nuevo? porque se filtró todo el ruido de la licuadora, de la aspiradora o de los gritos de alguna mamá pidiendo ayuda sobre algo muy simple.
Pero también están las reuniones fallidas, algunos entregables incompletos que vienen con situaciones un poco más complejas: ser el apoyo de la familia con la que vivimos; ser el o la responsable de hacer las compras para salir de apuro o aquel que tiene que ayudar con el orden de la casa. Puede ser frustrante, pero parte de la empatía es la flexibilidad para adaptarnos a estas circunstancia que son nuevas para todos.
2) La comunicación. Esta no puede existir sin empatía. Pero nosotros preferimos la sobrecomunicación. Y aunque al comienzo tal vez nos excedimos, nos sirvió para garantizar la alineación a la organización y tener claridad sobre cómo cada área empujaría hacia un mismo objetivo, pero sobretodo, para conversar.
Algo que suele pasar es que la comunicación muchas veces es unilateral: un líder comunicándole a su equipo cómo avanzar. Pero, y en relación al primer punto, hoy necesitamos dialogar. Escucharnos ha sido clave para saber cómo estamos y cómo podemos apoyarnos. Y en última instancia, trabajar mejor.
Hay que seguir trabajando como siempre. Business as usual. Y como organización quisimos reforzar que las cosas siguen avanzando, lo único que ha cambiado es el lugar desde donde se ejecutan los planes de acción ¿Cómo mantener el acelerador presionado? Comunicándonos y sobre comunicándonos con empatía. Aún es un proceso de aprendizaje, pero debemos continuar pensando como equipo sin importar la distancia.
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